jueves, abril 25, 2024

Crítica de ‘Sólo Dios perdona’: Infierno Interior

Las críticas de Miguel Moreno: Sólo Dios perdona

 
 

Sería conveniente comenzar diciendo que Sólo Dios perdona es el film que posiblemente he esperado con mas ansia en mucho tiempo. Después de ver cada tráiler, y visionar cada pequeño clip en cuanto se dejaban ver por la red, lo último de Nicolas Winding Refn, abucheado y vapuleado por la crítica en su mayoría, se había convertido para mí en una pequeña obsesión cinéfila que estaba pendiente de saciarse.

Conociendo a Winding Refn y el desarrollo de la historia, la cinta prometía ser un bombazo. Y es más que probable que su vapuleo haya tenido más que ver con su anterior Drive que otra cosa. Todo el mundo esperaba una extensión de aquella cinta, cambiando de escenario. Los tráilers y la repetición del tándem Refn-Gosling así lo auguraban. Y ha sido un jarro de agua fría para muchos, por esperar lo que en realidad no ha sido. De hecho, Valhalla Rising, otra cinta de Refn, está mucho mas cercana.

Afortunadamente en mi caso, tras leer muchas malas críticas, estaba muy preparado para lo que iba a ver. Sabía que apenas había diálogo, que el score de Cliff Martínez volvería a dominar nuestros sentidos, y que el potencial visual que imprime Refn a todos sus films volvería a hacer aparición. Por ello, no me he sentido totalmente defraudado.


Sólo Dios perdona se apodera de tus sentidos si consigues entrar en ella. Puede ser difícil, incluso imposible para muchos. Pero una vez conseguido, la potente cinematografía del director se apodera de nosotros y nos adentra en un viaje sin retorno. Visualmente impecable, esta historia de venganzas y torturas silenciosas se toma el tiempo necesario para presentar sus personajes, dejando a un lado diálogos y guión, y alcanzando unas cotas de excelencia en este aspecto que pocos directores pueden conseguir. El cine de Winding Refn es diferente a todo lo visto. Prima el aspecto visual, cada escena y cada plano cobran vida propia y hablan por sí mismos dentro de una atmósfera tan malsana como magnética. Se trata de una experiencia que ni es para todo el mundo, ni para cualquier momento. Y desde ese momento entiendo las acometidas que intentan desvirtuarla.

El trabajo actoral se compone de un lacónico y acertado Ryan Gosling como un personaje torturado, viviendo su particular infierno interior, una pérfida Kristin Scott Thomas (lo mejor de la cinta junto a Vithaya Pansringarm) y el extraño policía jubilado que éste interpreta, que reparte justicia divina de forma impasible. El trío protagonista se redondea con la presencia de una bella Yayaying, una prostituta conocida por Julian que se verá envuelta en la espiral de violencia que desata la llegada de la madre de éste.

De hecho, el tan criticado laconismo de Gosling resulta por otra parte perfecto en su personaje. Es un volcán silencioso que entra poco a poco en erupción con violentos espasmos, torturado insanamente por una progenitora déspota y cruel, encarnada con maestría por Scott Thomas.

Conociendo a Refn y el momento de su vida en que rodó la cinta en Bangkok, y si además se conoce su filmografía, el potente estilo visual de la cinta, salpicada de rojos, negros, angostos pasillos y silencios se erige como el mayor reclamo de la misma. La violencia gratuita abucheada en Cannes no es tan gratuita como se han hecho eco los medios, además, sino que imprime el sello del director y aclara el carácter de los personajes.

Mucho se ha dicho sobre la interpretación del film. Chang, un Dios terrenal que imparte justicia con su sable, la envenenada relación de Julian con su madre, la redención final…todo es un cúmulo de acontecimientos dentro de un complejo juego demoníaco. Todo se desarrolla en un Bangkok cargado de ira y venganza, nocturno en gran parte del metraje,  y a su vez dentro de la perturbada mente de Julian. El final, llega como una necesaria purga divina para todos los personajes, que son liberados de su tormento existencial, especialmente el personaje de Gosling.

Sólo Dios perdona es una película que no da lugar a medias tintas. La potencia de las imágenes y la música de Martínez unidas dan lugar a una experiencia única. Lo difícil es quizá encontrar el momento adecuado para disfrutar de su tóxica belleza, que posee a raudales. Y desde luego, no es para todos los públicos, y eso es algo evidente.

Winding Refn ha vuelto, fiel a su estilo. Que nadie espere Drive 2 porque la decepción será mayúscula.

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