jueves, marzo 28, 2024

Crítica de ‘Todo sobre mi madre’: La mujer, ese ser que siempre es más

Las críticas de Carlos Cuesta: Todo sobre mi madre
 

Pedro Almodóvar explicita en Todo sobre mi madre un homenaje a las madres, a aquellas personas que quieren ser madres, a las mujeres, a aquellos que se visten de mujer, a las actrices… Lo deja por escrito al final de este tributo concreto dentro de una filmografía que es de por sí un reconocimiento a lo femenino y una declaración de la mujer como ser superior. Ellas, ya sean buenas, malas, crueles o geniales, pasan por todas las gamas intermedias, son más auténticas y siempre más preparadas para el valor, la crueldad o el perdón. El hombre es un ser extraño, incapaz, desdibujado o con taras. Esta tendencia no está tan lejana de la realidad como podríamos pensar.

Este homenaje sin embargo no es dulce, es también un trágico descenso vertiginoso a lo marginal, a la prostitución, al lado más sórdido del travestismo y la transexualidad. A ese entorno regresa Manuela (Cecilia Roth) después de la muerte de su hijo, atropellado cuando trataba de conseguir un autógrafo de la artista Huma Rojo (Marisa Paredes). Su vida y su trabajo en el servicio de trasplantes cardíacos se convierte en algo insufrible. Entonces regresa a Madrid para reencontrarse con el padre de su hijo, del que huyó hace años y que desconoce incluso que tuviera un hijo. Cecilia Roth ejemplifica a todas las madres y lo que están dispuestas a hacer y sufrir por su prole. Su magnífica interpretación le permite alzarse a esa categoría de concepto y transmitir el pesar sin límites que sólo una mujer es capaz de afrontar con tanta entereza. En su camino se encontrará con otras tantas mujeres excepcionales.

Huma Rojo es una famosa actriz que interpreta Un tranvía llamado deseo; alguien que en principio parece fría y distante pero termina por revelarse cariñosa, atrapada por la necesidad de ser amada y por un aura sombría de decepción y misterio. «Él éxito no tiene sabor ni olor», afirma, y con esa frase Almodóvar habla por su boca para manifestar lo que es sabido, que le interesa más la parte borrascosa del éxito, las cosas que se desarman y desmoronan, más que el rostro del éxito y la alegría; que está más concernido por lo azaroso, lo frágil, lo extremo o incluso lo trágico cuando se asocia con lo absurdo. Esteban, el hijo de Manuela, fallece por un espontáneo ataque de inconsciencia ingenua que hace que la premisa se tambalee por accidental y absurda. ¿Pero acaso no es así la vida, con ridículos accidentes que terminan en un incomprensible drama? Los destinos de Manuela y Huma quedarán unidos también por un azar contaminado de curiosidad. La actriz conocerá la historia completa de aquella noche fatal y conectará a Manuela con su pasado artístico, inseparable de la relación con el padre de Esteban. Marisa Paredes se muestra excepcional, poderosa y plena de intriga.

Antonia San Juan está tan inmensa como vulgar le exige el papel. Divertida y dicharachera, relativiza con su verborrea una vida horrenda repleta de quirófano y noches de alterne. Toda una artista que se hace querer. Penélope Cruz natural, creíble, conmovedora; Rosa Sardá profesional, dura, impecable. Como no podría ser de otra forma en esta película, el más flojo de los papeles femeninos, el de Lola, que es el nombre femenino del padre de Esteban, se trata de un hombre (Toni Cantó no estropea la película porque no sale demasiado).

El poder que tienes las palabras que salen de todas ellas es incontestable. Los diálogos construidos por Almodóvar son brutales y sinceros, absorben al que los escucha y en ellos hasta lo absurdo parece lógico y natural. En ellos nadie se escandaliza por nada, nadie huye al oír lo extremo. La narración de Todo sobre mi Madre es casi todo palabra y desahogo pero la imagen ejerce de sublime e impecable transporte y el acompañamiento musical es perfecto en cuanto a su fuerza y carga de nostalgia (Alberto Iglesias). 

Eva al desnudo, Todo sobre Eva si el título se traduce de forma literal, es la prestigiosa película que origina el título de este filme y que sirve de enésimo homenaje al buen cine por parte del realizador español, capaz de enfangar a los personajes que crea en las adicciones y las manías más grotescas, pero que se resiste a que tengan que ver un blockbuster o leer un mal libro (el hijo adora a Truman Capote y tiene ese toque pedante de persona condenado a disfrutar sólo de lo que es pura cultura). 

De nuevo la estructura de la historia se asoma a la perfección y los cabos que van quedando sueltos se unen con elegancia al completar la vuelta de un círculo. La narración cuenta la historia y aunque tiene que terminar en algún momento no deja nada por decir. Aparte están esos mensajes sutiles prendidos de los gestos, de los silencios, de una pregunta que queda discretamente sin responder o de esa críptica mirada de Marisa Paredes, al final, que parece odio, o sólo recuerdo, o absolutamente nada, y que le deja a uno petrificado como sólo puede quedar fulminado un hombre. Sí, las mujeres también son superiores en el mirar.

3 COMENTARIOS

  1. Yo es que cuando una película parte de una idea que no comparto… pues ya es difícil. Además que nunca he tragado a Almodóvar (ni como persona ni sus películas). Por cierto y esta crítica a qué se debe? Vais a recuperar clásicos del cine español?

  2. Gracias por tu comentario. Cuando Almodóvar estreno Los Amantes Pasajeros decidimos hacer una revisión de su filmografía en sentido inverso, desde la última película hasta el principio, y en eso estamos. Si no te gusta este ciclo al menos tienes otros sobre Tom Cruise (nada que ver), cine clásico, Asiático, Bélico, y si te gusta, también clásico.

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