Esta película, centrada en un robo de arte que sale mal, está clasificada R por su alto contenido sexual, desnudez, violencia, imágenes espeluznantes y un lenguaje no apto para menores.
Boyle ha revelado recientemente a «USA Today» más detalles: «Comienza así, pero toma la idea de un cuadro robado y se convierte en algo más elegante y más psicológico, con giros y vueltas… yo quería hacer un noir actualizado, darle un giro contemporáneo en términos de emoción. El noir es generalmente frío. Yo quería que fuera más cargada emocionalmente. Es la primera vez que pongo a una mujer al frente de una película».
El cineasta agregó que, al igual que su película de 1994 Shallow Grave, los personajes estaran dentro de su propia burbuja. «Su único punto de referencia es el uno al otro. No hay afuera».
Trance nos cuenta como el subastador de Bellas Artes Simon (McAvoy), en alianza con una pandilla liderada por el jefe Franck (Cassel), traza el audaz robo de una obra maestra de Goya en una subasta pública. Cuando Simon traiciona a la banda durante el robo, Franck toma violentas represalias y lo deja inconsciente. Tras el atraco, Simon se adhiere tercamente – y tal vez con astucia – a su afirmación de que el trauma violento no le ha dejado ningún recuerdo de dónde escondió la obra.
Incapaz de forzar que Simon revele la ubicación de la pintura, Franck y sus asociados a regañadientes unen sus fuerzas con una carismática hipnoterapeuta (Dawson) en un intento de hacerle hablar. Pero a medida que entra más profundamente en la psique revuelta de Simon, los límites entre la realidad y la sugestión hipnótica comienzan a desdibujarse y las apuestas suben más rápido y de forma mucho más peligrosa que lo que cualquiera de los jugadores podrían haber previsto.
Ciertamente es una apuesta más que interesante, sobre todo con Boyle detrás del proyecto, en el que seguro consiguen que nosotros, como espectadores, dudemos de lo que vemos.
Fuente: USA Today