sábado, abril 20, 2024

‘Sherlock Holmes: Juego de Sombras’: Acción con un leve toque de misterio

Las críticas de Manuel M: Sherlock Holmes: Juego de Sombras

Después de la exitosa primera parte, que consagró a Robert Downey Jr. y Jude Law como los Holmes y Watson de hoy en día, con el permiso de Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, Guy Ritchie les vuelve a juntar en una secuela que difiere en muchos aspectos de la primera película: A pesar de repetir muchos nombres en cartel, e incorporar algunos nuevos, el protagonismo en esta nueva saga recae principalmente sobre Robert Downey Jr, mientras que el resto de personajes pasan a un segundo plano: El personaje de Watson no termina de desarrollarse tanto como debería, quedando más en la memoria del espectador la flamante sra. Watson, interpretada por Kelly Reilly y el siempre genial Stephen Fry, que el pobre Law. Por cierto que Fry borda un papel histriónico, muy divertido, en el Mycroft más extravagante que se recuerda. Noomi Rapace está, pero salvo su escena inicial, no tiene literalmente guión para hacer más que constar en los títulos de crédito.

El resto del reparto, a pesar de repetir cartel, como ya he comentado antes, apenas dura en escena unos pocos minutos, o, a veces, segundos. Un fallo bastante grande, que desnaturaliza unos personajes tan buenos como los que se había esbozado con la primera película.

Jared Harris interpreta al malvado Moriarty, y lo hace a gran nivel, aunque a veces le da un punto histriónico a su papel que no le cuadra al personaje.

Sobre la película en sí, a pesar de constituir el duelo definitivo Holmes-Moriarty, es bastante pobre en elementos detectivescos. Poca labor de investigación, reflexión o deducción se le ofrece al espectador, que, en algunos momentos, parece estar viendo de nuevo La Liga de los Hombres Extraordinarios. Tan sólo un duelo de voluntades en la que la tenacidad de Holmes, más que su inteligencia, aderezado con peleas y explosiones, le hacen triunfar. El argumento, aunque plagado de referencias a las novelas originales, que ya al lector avispado de Conan Doyle le dicen explícitamente cómo va a terminar la película, no resulta tan «holmesiano» como la primera parte, compensando con adrenalina la falta de materia gris. El final, por otro parte, permite a Ritchie reconciliarse con el público, con una secuencia final bastante buena… aunque hay que insistir ( y reprochar ) que ya en esta segunda parte la magia, el «feeling» de una película de misterio ha desaparecido. Realmente se echa de menos a un Mark Strong/Lord Blackwood que atemorice al espectador…o una niebla típicamente inglesa en la que se escucha, entrecortado el no menos típico aullido de un sabueso…

Que aproveche

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