viernes, marzo 29, 2024

56 SEMINCI. Novísimos: ‘Farsan’, una divertida historia de inmigrantes

Las críticas de David Pérez «Davicine»: Farsan


Estamos acostumbrados a ver en el cine sueco el reflejo de un cine frío, sin sentimientos a flor de piel,  algo que puede ser normal si pensamos en las gélidas temperaturas del país, y es inevitable que recordemos la figura de Ingmar Bergman, el cineasta más importante de la historia del cine sueco. Pero no sólo de él vive el cine sueco, pues cada vez son más los directores que demuestran su talento y nos acercan historias y formas de narrar realmente interesantes, aunque muchas con el denominador común de ser frío, escueto y grave. Farsan nos sorprende por lo cálida que es, no sólo en su trama, sino también en los colores con los que está rodada y en la felicidad que emana su protagonista absoluto.
Farsan nos cuenta la historia de tres amigos. A Jörgen le da miedo quedarse solo. Juan está preocupado por su mascota, un perro labrador. Aziz, sin embargo, se encuentra en plena forma. Además de ser un hombre apuesto, cocina de maravilla y sabe lo que quieren las mujeres. Pronto será el abuelo del nieto ideal: no le cabe ninguna duda al respecto. Pero cuando se dispone a buscar a la abuela adecuada, sus planes empiezan a fallar.

Josef Fares ha buscado con esta película distanciarse del resto de sus compatriotas, y hacer una apuesta por el cine romántico, la comedia familiar, y el entretenimiento… pero de calidad.
El director consigue que estemos sonriendo con casi todo, aplicando una sutileza impecable para conseguir esquivar todos los chistes fáciles y los clichés, y conseguir una alegría generalizada mostrandonos las pequeñas cosas de la vida. 
Partiendo de una película que busca ofrecer su punto de vista sobre las diferencias culturales, no cae en los tópicos y lo hace desde una visión diferente, con personajes amables y reales, que nos enseñan sus tradiciones, relaciones y formas de ver la vida, pasando por todo tipo de situaciones por lo que podríamos aprender algo de ellos, y estar preparados por si nos pasa a nosotros.
Farsan no defrauda, y gustará tanto a los inmigrantes en Suecia, que se sentirán identificados, como a los que disfrutamos del buen cine, sobre todo gracias a las grandes interpretaciones, destacando el personaje de Aziz (Jan Fares), un viudo de mediana edad que trabaja en una tienda de bicicletas y aguarda el nacimiento de su primer nieto. Este personaje nos encandila con su felicidad, con su forma de ver la vida, con su ilusión por conseguir su primer nieto, y no viendose afectado por los problemas de su entorno. En contraposición al personaje de Aziz tenemos a su hijo Sami (Hamadi Khemiri) y la mujer de éste, Amanda (Nina Zanjani), quienes no se han atrevido a decirle que ella no está realmente embarazada y que en realidad están pensando en adoptar a un niño en su lugar. La joven pareja sirve para mostrar la evolución de las nuevas generaciones de inmigrantes, que ya no ven la vida de la misma forma, no desean tener muchos hijos, y dan menos relevancia a lo que su «pueblo» deseaba antaño que hicieran. Cuando Sami sugiere que su padre debe encontrar a una mujer en su vida que lo distraiga del tema del bebé, Aziz empieza a buscar candidatas potenciales para encontrar esposa y ahí es donde entran los otros dos personajes de la película, sus dos colegas, el tímido Jörge (Torkel Petersson) y Juan (Juan Rodríguez). Ambos aportan su granito de arena y nos ofrecen situaciones cómicas por las carencias de cada uno, pues Jörge desea enamorar a su mujer de nuevo, y recurre a los consejos de Aziz, quien no tiene precisamente una forma muy actual de ver la vida,  mientras que Juan vive la vida como si un casanova se tratara, aunque el único cariño real que tiene es el de su enfermo perro.

El encanto principal de la película está más en esos personajes adorables y sus actuaciones que en las situaciones extravagantes, a pesar de que las escenas cómicas son muy divertidas, sobre todo las enseñanzas de Aziz para que Jörgen ser más viril, gracias a la cuales hemos aprendido a hacer una «ensalada de macho»,  y la lección a un cliente furioso experto en kung fu.

El tono general de la película se acerca más al drama que la comedia, por lo que presta mucha atención a mostrar detalles de los personajes secundarios, además de avanzar en la trama principal, pero se puede resumir diciendo que estamos ante una película entretenida que nos enseñará  la situación actual de los inmigrantes, con humor y encanto, sin que le falte el toque de crítica social, calando más hondo gracias a su narración distendida.

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