sábado, febrero 24, 2024

Hans Zimmer: Arte y tecnología en la música al servicio del cine. Capítulo 1: Inicio y primeros éxitos.

Con estas líneas inauguramos el primero de una serie de monográficos dedicados a los compositores de bandas sonoras más preeminentes de nuestro tiempo. En ellos recorreremos su trayectoria artística fijándonos en sus grandes éxitos y en sus pequeñas joyas. No es la intención de este monográfico el de presentar una biografía más puesto que ya existen suficientes listados de su obra, sino realizar una reflexión de su trayectoria como compositor en relación a sus creaciones.

El primer compositor elegido es Hans Zimmer.

Hans Zimmer: Arte y tecnología en la música al servicio del cine.

Capítulo 1: Los 80. Inicio y primeros éxitos.

Hans Zimmer se ha convertido por derecho propio en uno de los compositores más conocidos e influyentes del panorama de bandas sonoras de los últimos veinte años. Su capacidad compositiva y su atinado uso de las nuevas tecnologías en la creación sinfónica han sentado cátedra en la composición moderna y en la búsqueda de sonidos y experiencias musicales.

Podemos considerar que su carrera como compositor de pleno derecho arranca en 1982 con la banda sonora de Trabajo Clandestino, película en que refleja los tintes oscuros del guión con una técnica compositiva acertada pero aún lejos del lugar al que la evolución en su trabajo acabará llevándole. Sus influencias electrónicas, fruto de su relación con músicos y grupos del movimiento New Wave de la época, se intuyen en el uso de complementos rítmicos y sonidos accesorios basados en instrumentación electrónica.

Entre los primeros trabajos de esta época, podemos destacar una fructífera colaboración con el director Nicolas Roeg a lo largo de la década de los 80 en las películas Eureka, Insignificancia y Robinson Crusoe por un Año, si bien aún muy lejos de las cotas de popularidad que alcanzará a mediados de la década de los 90. En estos scores puede apreciarse una evolución en los arreglos orquestales, que van ganando en definición y matices, así como un gusto de Zimmer por la orquestación de corte épico y de profundidad tonal. Esta evolución se mantiene en el preciso y precioso score de Rain Man, donde Zimmer hace gala de una magnífica capacidad de evocación para describir la relación entre los protagonistas.

Enlazando con este último score, a finales de esta década el nombre de Hans Zimmer comienza a aparecer en producciones de más renombre como Black Rain y, especialmente, Días de Trueno. En Black Rain se impone una orquestación electrónicamente oscura saturada de arreglos de corte oriental. Todo correcto pero, en mi opinión, un escalón por debajo del verdadero arte que desplegará en años posteriores. Es en Días de Trueno donde comienzan a apreciarse de manera clara, y sobre todo consistente, los signos característicos de Zimmer: Ritmo vibrante con pocas concesiones al respiro sonoro, composiciones en torno a bases rítmicas basadas en diversos tipos de percusión, abundante uso de instrumentación electrónica y cuidada post-producción. Todo ello aplicado a motivos musicales que se repiten constantemente sin llegar a saturar, precisamente por las variaciones que experimentan a lo largo del score.

En mi opinión una de las principales características de las composiciones de Hans Zimmer es su capacidad para conectar con el ego del oyente, de evocar esa parte de cada uno que se siente protagonista de la acción y que la disfruta como si fuera suya.
Pocos como Hans Zimmer son capaces de multiplicar esas sensaciones hasta la inmersión en la historia. Y todo ello mediante melodías directas y cargadas de profundidad sonora.

Este estilo se mantiene durante el final de la década de los 80 en títulos como Dos Pájaros a Tiro, vibrante y caótica como la propia película; De Repente Un Extraño, donde su acertada composición sumerge al oyente en la mente depravada de Michael Keaton y A Propósito de Henry, en la que aprovecha el papel más secundario de la música para crear momentos de gran belleza.

La estela de Hans Zimmer había comenzado a despegar definitivamente a finales de la década de los 80. Sería en la década de los 90 cuando llegara su consagración de cara al gran público con bandas sonoras que forman parte de la cultura cinéfila moderna.

Pero eso, amigos, es otra historia.

(Leer Capítulo 2: Los 90. La consagración)
(Leer Capítulo 3: 2000- 2010. Un nuevo milenio)

4 COMENTARIOS

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