El fragmento de la crítica: «Un momento notable durante el frenético acto final demente de Transformers 2. Un altercado entre robot y robot se desenvuelve cerca de la Necrópolis de Giza en Egipto. Por un lado Devastator, un gigantesco robot formado por varias máquinas de construcción, subiendo a la cima de la pirámide. Mientras avanza pesadamente hasta la cima del coloso la cámara pasa por su sección central revelando dos bolas de demolición colgando. Sipes, Michael Bay, el hombre que nos enseño en la anterior entrega que un robot podía orinar ha ido un paso más allá: Coj… Testículos de Decepticon».
Puesto que ya sabíamos que Bay ha puesto mucho esfuerzo para que ésta secuela tuviera más detalles, no podíamos imaginarnos que con eso se refería a añadirla pelotas a los robots.
Fuente: Worstpreviews