Hay personas a las que la vida les va a contrapelo. Son esencialmente buenas, generosas y se preocupan por los demás desatendiendo sus propias necesidades o ambiciones personales. Pero por alguna razón “los demás” (esos “demás” que tan inteligentemente Nely Reguera sitúa entre paréntesis en el título), no parecen advertir en ellas más que un instrumento en forma de persona o un paño de lágrimas al que contarle sus problemas sin que los suyos propios importen en ningún momento. María, la otra parte del título, es una de estas personas: abnegada hija, hermana, cuñada, sobrina, librera, amiga o follamiga ocasional, ejerce labores de enfermera, nutricionista, cocinera, jardinera, editora de libros o amante mientras los demás, (los demás), solo parecen ver lo que no hace, o lo que no hace bien. Porque no es perfecta, claro.
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