Las críticas de José F. Pérez Pertejo
Érase una vez un peculiar campesino llamado Fatah que vivía por y para su vaca Jacqueline en una remota aldea argelina junto a su mujer y sus dos hijas. Cuando un buen día se hace realidad su sueño de ser invitado a la Feria de Agricultura de París, emprende un largo camino junto a su vaca, primero en barco hasta Marsella, y luego a pie hasta la capital francesa atravesando todo el país. Las aventuras y desventuras de este hombre y su vaca a lo largo de toda Francia sirven como argumento a esta bienintencionada y divertidísima película que sigue una clara estructura de road movie y está impregnada de comicidad y buen rollo durante sus noventa minutos.
Por si fuera poca la cantidad de talentos autóctonos de la cinematografía francesa, el cine de nuestro país vecino se beneficia muy a menudo de los cineastas, ya sean de primera o segunda generación, con origen en los países antiguamente colonizados por Francia, especialmente en el continente africano. Recientes éxitos del cine francés (incluso seleccionadas por la Academia francesa para representar a Francia en los premios Óscar) son obra del tunecino Abdellatif Kechiche (La vida de Adèle, 2013), el argelino Rachid Bouchareb (Días de Gloria, 2006) o el mauritano Abderrahmane Sissako (Timbuktu, 2014). Sus películas suelen ser de corte dramático, serias y realistas, pegadas a la historia de sus países de origen y su vinculación con el país colonizador o a la realidad presente de sus compatriotas, nacidos incluso en Francia, sufriendo las dificultades de integración en esta Europa nuestra de varias velocidades.
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