Si algo tiene Asghar Farhadi es que nunca me defrauda, y siempre logra que salga de sus películas atónito ante la sutileza con la que presenta temas tan escabrosos como la vergüenza y la humillación en el Irán actual, como es el caso de El viajante, donde trata las consecuencias morales del ataque a una mujer.
En la película nos presentan a Emad y Rana, una pareja que debe dejar su piso en el centro de Teherán a causa de los trabajos que se están efectuando y que amenazan el edificio. Se instalan en otro lugar, pero un incidente relacionado con la antigua arrendataria trastoca la vida de la joven pareja: la esposa (Taraneh Alidoosti) es golpeada por un extraño en su propia casa, y el marido (Shahab Hosseini) debe lidiar con la crisis nerviosa de su cónyuge y, por otro lado, con el sentimiento de honor ultrajado.
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