viernes, marzo 29, 2024

Crítica de ‘Verónica’: Algo más que una peli de terror

Las críticas de José F. Pérez Pertejo: 
Verónica
 

No suelo frecuentar el cine de terror, de entre todos los géneros puede que sea el que menos me atrae por una razón tan fácil de comprender como que no me gusta pasar miedo. El caso es que mi condición de aficionado al cine me lleva, muy de vez en cuando, a ver alguna de estas películas cuando algún amigo consigue convencerme de que es muy buena o cuando la mayoría de la crítica se deshace en elogios y empiezan a lloverle reconocimientos en forma de nominaciones o premios. Ambas cosas han ocurrido con Verónica, la última película de Paco Plaza, un director que tiene ya cierto prestigio ganado en el género gracias a, entre otras, la saga REC.

Aseguran los rótulos que acompañan el comienzo y el final de Verónica que estamos ante una película inspirada en hechos reales, concretamente en el conocido como “Caso Vallecas”, el único hecho sobrenatural documentado mediante una investigación policial en España. Como uno es más bien no creyente en esto de los espíritus, las posesiones y las ouijas, me desentiendo en seguida de la verosimilitud de lo que se me cuenta y me centro en lo que estoy viendo, es decir, en el cine. Y lo que veo es una película muy bien tramada de la que resulta imposible distraerse ni un minuto, un relato filmado con mucho sentido fílmico por un director que sabe lo que hace y unas muy sorprendentes interpretaciones infantiles, especialmente el esperanzador descubrimiento de su protagonista, la Verónica del título, interpretada por la debutante Sandra Escacena que demuestra una madurez inusual en alguien que nunca ha hecho cine. Completa el reparto la siempre fantástica Ana Torrent, una actriz de la que no entiendo por qué el cine español se permite el lujo de prescindir de manera tan flagrante.

Uno de los primeros aciertos de la película estriba en la cuidada recreación de la España de los 90 en el madrileño barrio de Vallecas a través de la estética decorativa del piso de clase obrera en el que vive la familia protagonista, la ambientación del colegio de monjas al que acuden los niños y el bar de Vallecas en el que trabaja su madre. Completan la ambientación las canciones de Héroes del Silencio, el grupo favorito de la protagonista (presente también en su camiseta y en algún póster de su habitación) sobre cuyo líder, Enrique Bunbury, filmó Paco Plaza un concierto documental en 2010.

Pero Verónica no es solo una película de terror, el primer tercio de película discurre más por el camino del drama realista social, una familia desestructurada por la prematura muerte del padre que obliga a la madre (Ana Torrent) a trabajar prácticamente todo el día en un bar de barrio y dejar el cuidado de los tres pequeños en manos de la hija adolescente (Sandra Escacena) que ejerce a la perfección todas las ingratas tareas que, como cualquiera que tenga hijos sabe, componen las rutinas antes y después de ir al colegio.

En esa soledad acompañada que sufre Verónica, en esa afectuosa interacción con sus hermanos y en esas figuras ausentes del padre (fallecido) y la madre (trabajadora a destajo) apoya Paco Plaza el sólido sostén de lo que vendrá después, el terror que nos invadirá cuando lo sobrenatural haga su presencia y se cebe con personajes a los que su director ya nos ha obligado a querer. Los que sufren, los que gritan, los que pasan miedo, no son cuatro adolescente estúpidos atrapados en una fiesta de Halloween en un igualmente estúpido instituto americano. No, son unos adorables niños de Vallecas cuidados por su joven hermana de la que si algo puede decirse es que es una buena persona.

Paco Plaza sujeta el suspense con mano firme y lo administra de forma rigurosa, demuestra habilidad en crear ambientes y personajes inquietantes como esa Sor Narcisa fumadora empedernida, y maneja adecuadamente una puesta en escena en la que el terror no se consigue únicamente a base de sustos repentinos o gritos alocados. No sé qué opinarán los amantes del género entre los que, como ya dejé claro, no me encuentro. Es probable que los efectos especiales no sean muy espectaculares y que el desenlace resulte previsible desde demasiado pronto, pero lo que está claro es que Verónica es una película más compleja de lo que parece a simple vista, que está fabulosamente dirigida (cuando en una película hay niños y están bien, por fuerza están bien dirigidos) y que Sandra Escacena surge como un rostro a seguir en los próximos años, ojalá tenga suerte (y criterio) con sus personajes.


En el momento de escribir esta crítica, Verónica opta a seis Premios Feroz incluyendo mejor película dramática, mejor dirección (Paco Plaza) y mejor actriz protagonista (Sandra Escacena).

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