jueves, marzo 28, 2024

Crítica de ‘La Tortuga Roja’: Cuando el amor por la naturaleza se torna en obra maestra

Las críticas de David Pérez «Davicine»: La Tortuga Roja

Es difícil, cuando acaba de empezar el año, poder decir que estoy ante la mejor película que llegará a las salas de cine españolas este recién inaugurado 2017, pero no solo me aventuro a decirlo, sino que lo afirmo. La Tortuga Roja es una obra maestra atemporal y global, que no necesita de diálogos para emocionarnos hasta el punto de dejarnos sin palabras, y que una vez vista tenemos que cerrar los ojos para recuperar el aliento perdido durante su metraje.

Nadie duda de la calidad de Studio Ghibli, y si se embarcaron en su primera producción fuera de Japón sería por algo, pues no iban a arriesgarse a perder el renombre que han conseguido tras años de grandes películas repletas de fotogramas para la historia. El animador holandés Michael Dudok de Wit, galardonado con un Oscar y un BAFTA al mejor cortometraje de animación por Father and Daugter, es el responsable de conseguir este hito, y está claro que no se equivocaron con él, logrando mantener la esencia en estado puro del estudio japonés, e ir un paso más allá en el concepto de minimalismo y belleza visual.

En La Tortuga Roja, atrapado en una isla desierta, rodeado de aves, cangrejos y otros animales marinos, un náufrago tendrá que adaptarse a la vida en la naturaleza más pura y salvaje. No lo consigue, y sus inútiles intentos por escapar de la isla le llevan a encontrarse con una misteriosa tortuga roja. A partir de ese momento, su vida cambiará para siempre.

La Tortuga Roja nos lleva de la mano a un mundo de belleza animada sin límites que nos encandila con su minimalismo y nos hace mantener la respiración como si nos sumergiera al fondo de un mar en calma en el que todo se ve con otros ojos, con la mirada puesta en el amor por la naturaleza, capaz de mostrarse feroz y calmada, como la vida misma.

Sentimientos y sensaciones son las palabras que mejor definen La Tortuga Roja, sacando de nuestros corazones sentimientos que en ocasiones parecían olvidados y haciéndonos sentir la vida como si fuéramos protagonistas de la historia: notamos la brisa en nuestras mejillas, la arena escurriéndose entre nuestros dedos y nos dan escalofríos cuando el frío agua nos acuna hacia lo más profundo y desconocido de nosotros mismos.

Obviamente, algo que no podía faltar en una producción de Ghibli es la manifestación del amor, la amistad y el respeto por la naturaleza, y en La Tortuga Roja llega a cotas inimaginables hasta la fecha, emanando amor cada fotograma y contando una historia donde la naturaleza es aún más protagonista que los humanos.

La belleza de cada plano de La Tortuga Roja es resultado de la animación por ordenador, dada la envergadura del proyecto, pero el cariño con el que se recrea cada árbol y se anima cada personaje es consecuencia directa del lápiz digital con el que han realizado cada trazo sobre una tableta Cintiq, manteniendo, en cierto modo, la esencia del dibujo a mano alzada. Exuberantes bosques y amplios espacios abiertos dan paso a la inmensidad del océano, tal y como era de esperar en el aspecto visual de una producción de Studio Ghibli.

Con su nariz en forma de cuña y unos puntos negros a modo de ojos, el delgado protagonista vestido con tan sólo unos harapos, no es un personaje tan detallado como los que nos tienen acostumbrados en Ghibli, pero su diseño permite un precioso contraste con el rico ecosistema que lo rodea, incluidos los divertidos e interactivos cangrejos que todo lo observan.

Siendo la naturaleza un personaje más, y tratándose de una película sin diálogos, el sonido tiene una gran relevancia, capturando a la perfección la ambientación de la naturaleza, y tomando repercusión la magnífica banda sonora de Laurent Pérez del Mar, quien parece haber cogido el testigo de Joe Hisaishi y nos ofrece una fabulosa música que acompaña a la perfección la tranquilidad de la isla y la ferocidad del oceano.

No podemos comparar la película a la obra de los maestros japoneses Isao Takahata y Hayao Miyazaki, pero sólo se puede lograr una obra maestra como La Tortuga Roja si ha sido hecha bajo la protección de este dúo.

La Tortuga Roja no es una aventura vivida por una persona, es la aventura de la vida en sí misma. Si tenemos que buscar un sinónimo para obra maestra, bien podría ser La Tortuga Roja.

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