jueves, abril 18, 2024

Crítica de ‘Cuestión de Actitud’: Huyendo del fatalismo a la griega

Las críticas de José F. Pérez Pertejo: 
Cuestión de Actitud

Cuestión de actitud, título de estreno en España de la película griega Xenia, llega a la cartelera española con notable retraso tras su paso por la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes 2014 y del Festival de Gijón 2014 donde obtuvo el premio especial del jurado. En realidad, el título original Xenia significa hospitalidad en griego, y precisamente hospitalidad no es lo que reciben los dos protagonistas de la película, los hermanos Dany y Odysseas que, aunque nacidos en Grecia, son albaneses por ser hijos de madre albanesa y padre no reconocido y no gozan de los mismos derechos que los griegos nacidos de familias autóctonas. Con esta premisa, el director Panos H. Koutras ha querido realizar una denuncia a las políticas del anterior gobierno griego, el que salió derrotado de las elecciones en las que ganó Alexis Tsipras liderando la formación Syriza.
Estamos ante un film de clara vocación festivalera cuya carrera comercial en las salas de cine no parece que vaya a tener mucho recorrido. En vista de esto, se le ha colocado la etiqueta de película gay, se supone que para que sirva de acicate a mucha gente a acudir a verla, y lo cierto es que la etiqueta gay está pegada de un modo un tanto forzado. Nunca he entendido demasiado bien que requisitos debe reunir una película para ser considerada homo y ser susceptible, por tanto, de participar en festivales genéricamente gays. Pero el hecho de que uno de los protagonistas de Cuestión de actitud sea abiertamente gay y que haya un par de momentos de confrontación con su propia sexualidad no me parece suficiente para etiquetar una película de forma tan reduccionista. 
Cuestión de actitud no es (solo) una película de denuncia política ni (solo) una película gay. Ambas etiquetas supondrían obviar una serie de líneas temáticas (tal vez demasiadas) presentes en el film. En primer lugar el sentimiento de pérdida que Dany y Ody sufren con la muerte de su madre y que les aboca a una desesperada búsqueda del padre, tanto como referente familiar como agarradera a conseguir una nacionalidad griega de pleno derecho (pues su padre, el innombrable, sí es griego, y si les reconociera como hijos, ambos recibirían el pasaporte). 
Directamente enlazada con esta idea, encontramos el desarraigo que devora por dentro a Dany y Ody, los dos se sienten apátridas por no pertenecer a Albania por cuna ni a Grecia por derecho, su viaje a Tesalónica es en realidad un viaje a ninguna parte en el que el director Panos H. Koutras va soltando su crítica a un falso europeísmo en el que la libre circulación de ciudadanos no es siempre bidireccional. “Alemania está bien, pero con mis papeles es difícil” dice María, otra apátrida procedente de Ucrania que de tanto viajar ya no tiene claro de dónde es. 
Cuestión de actitud es también una película sobre el tránsito de la infancia a la adolescencia a través de Dany, el hermano menor, sobre el amor fraternal, y como ya he dicho, de la afirmación de la propia condición sexual. 
Es en este terreno más vinculado a los sentimientos donde a Koutras se le va un poco la mano, el personaje de Dany (que está muy bien interpretado por un Kostas Nikouli que derrocha naturalidad) está demasiado subrayado en el guion mediante elementos que tratan de enfatizar esta circunstancia vital de abandono de la infancia como si no fuera ya evidente para el espectador atento: el conejito mascota, la piruleta continuamente en la boca, las rabietas… Dany es un personaje muy complejo, rebelde, inconformista, insumiso, siempre metiéndose en líos y sin arredrarse ante las amenazas de una sociedad hostil, al mismo tiempo que se aferra a su mentalidad infantil absolutamente necesitada de cariño. 
Y finalmente esta la música, las canciones de Patty Pravo como leit-motiv de la película y como diosa que guía el camino de Odysseas (y de su hermano) en la búsqueda de satisfacer su anhelo artístico cantando en el concurso de talentos “Greek Star”, una suerte de Operación Triunfo que se aparece como la oportunidad de conseguir su sueño de convertirse en cantante y abandonar su aburrido trabajo despachando bocadillos en una tienda de barrio. Odysseas, es la antítesis de su hermano, sensato, reservado y distante en el trato aunque lleno de sensibilidad, matices todos ellos que el actor Nikos Gelia aporta con gran sutileza.
La película tiene un excelente arranque y se sostiene con fuerza mientras se mantiene pegada a la realidad, pero, a mitad de metraje, se deja caer en la ensoñación y en cierto ensimismamiento onírico que lejos de engrandecer el film, lo alarga excesivamente y lo hace caer en un tedioso tercio medio. Y ese es el gran hándicap de Cuestión de actitud, que su director Panos H. Koutras se ha dejado llevar por las ocurrencias, y algunas, que sobre el papel pueden parecer brillantes, llevadas a la pantalla resultan cargantes, un poquito grotescas y alargan la película innecesariamente hasta conducirla a un desenlace un tanto alocado y abrupto coronado por la ocurrencia final a modo de homenaje a la diosa.

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